viernes, 25 de marzo de 2011

paquito

Tres semanas. Si me descuido, aquí se me queda. De ilegal, como los mejicanos, pero sin haber saltado la frontera. El recibimiento fue una risa. Bueno, para todos menos para él. Me llevé a Lucy y a Kelly, dos amigas de la universidad, para que lo esperaran con un cartel nada más llegara, y yo me escondí para verlo todo.


Mi intención era que se mosqueara, que empezase a buscarme, a volverse un poco loco. Pero nada de eso. Paquito nunca pierde los nervios. Pero esto fue demasiado incluso para él: cuando las vio, la cara de ‘reventado’ que llevaba después de 20 horas viajando no le cambió lo más mínimo, se acercó a las chicas y, tan tranquilo, les soltó: “Venga, vamos a por la maleta”. No me lo creía. Lo dejé que se fuera con ellas y, al minuto, lo sorprendí por la espalda. Estaba echo polvo. Lo único que quería era llegar y 'reventar' la cama.


Durante mis vacaciones de ‘spring break’ (semana de primavera) lo llevé a Los Ángeles.  Allí estuvimos cuatro días, lo justo para ver Hollywood...


ir a la playa...


salir de fiesta...


y visitar Beverly Hills. 


Nos hospedamos en un hotel en el mismo Hollywood Boulevard con cinco franceses más en una habitación para cuatro. Estuvo muy bien. Después, dos semanas de okupa en mi residencia. Como uno más. 


No lo hemos cuidado del todo mal...



De comer no lo ha faltado (creo que lo que más le ha gustado de todo el viaje ha sido la comida de la universidad) y, de beber, tampoco...


Ha vivido el sueño americano... aunque a veces fuera duro despertar de él:


El cabrón no pierde sus puntazos ni en inglés. Aún no tiene la soltura de Shakespeare, pero el tío se ha desenvuelto con una soltura que da gusto. Aquí ya lo echan de menos.






Se hace querer este Paquito.

viernes, 4 de marzo de 2011

google

Te reciben en un hall donde puedes tocar el piano, jugar al pinball o echar un billar mientras esperas a que salga el googler (así se hacen llamar los trabajadores de Google). Si no vas a visitar a uno de ellos, no puedes acceder al campus donde se encuentran las oficinas centrales de Google, en  el 1600 Amphitheatre Parkway Mountain View (San Francisco). 40 edificios donde trabajan casi 10.000 personas.  Nuestro googler ha sido Rodolfo Araúz, uno de los abogados de la empresa. A mi izquierda en la foto:


Trabajar en Google es una pasada. Se respira un buen rollo que cuesta creer que están trabajando. El ambiente que la empresa ha preparado para ellos hace que ir a la oficina sea algo excitante: piscina, jardines, cinco gimnasios, biblioteca, 17 restaurantes (uno de ellos vegetariano), servicio de lavandería y peluquería, una guardería para niños y otra para mascotas. Y todo gratis. En todos los edificios, hay una cocina por piso donde además de café siempre hay comida (helados, chocolatinas o frutas) disponible, donde se invita a la distensión con billares y futbolines. “Jugar es otro modo de crear equipos”, dice Roberto. Por eso, también tienen toboganes:


La mayoría de googlers no tiene vehículo propio. No lo necesitan. Disponen de chófer y coches eléctricos de la empresa que pueden utilizar cuando quieran. Dentro del campus se mueven en bicicletas como esta:


Aquí todos visten de manera informal. Google piensa, como dice Roberto, que “no es necesario vestir traje y corbata para ser serio”. Incluso los jefes van en vaqueros y camiseta. Y no reciben ningún trato especial por parte del resto de trabajadores. “Si trabajas para Google, da igual cual sea tu puesto, puedes ir al jefe y decirle las cosas tal y como las piensas, con respeto, pero sin paños calientes. La igualdad entre trabajadores es uno de los pilares de esta empresa”, dice Araúz. No hay despachos, trabajan en un ambiente totalmente abierto. En todos los pasillos y rincones hay pizarras donde apuntar ideas. “La creatividad está muy valorada, y no se puede dejar pasar una buena idea por no tener un lugar donde apuntarla”.


En Google, el trabajador se fija su propio horario. Además, el 20% del tiempo que pasa en la oficina, lo dedica a desarrollar sus propias ideas. Una iniciativa con éxito más que probado: un trabajador concibió y desarrolló Gmail (el correo electrónico de Google) durante ese 20%. Está claro que en esta empresa saben cómo motivar al trabajador: comparten con él sus propios beneficios y todos los años le suben el sueldo.  Pero como el dinero no lo es todo, van más allá: ¿cansado, estresado? En este ambiente, parece difícil llegar a sentirse así pero, si te llega a pasar, la solución para relajarte la tienes en la propia oficina: una sala de masajes.


¿Entonces, les dejo una copia de tu curriculum?

miércoles, 2 de marzo de 2011

kron tv

Hoy he visitado Kron TV, una cadena de televisión que cubre el Área de la Bahía de San Francisco. Está asociada a la NBC (National Broadcasting Company) y tiene un informativo matinal que dura siete horas (desde 4 de la mañana hasta las 11), algo único en Estados Unidos. He tenido la oportunidad de ver la última hora del noticiario de hoy.


Varias cosas me han llamado la atención. En primer lugar, la cantidad de anuncios que emiten a lo largo del informativo. Ocupan un 30% del tiempo total. Aunque realmente no sé de qué me sorprendo, es solo una muestra más de la importancia del dinero en este país. En segundo lugar, me ha llamado la atención la cantidad de conexiones en directo que hacen con reporteros fuera de plató (en el de hoy, 7 en una hora) y la atención que le ponen al tráfico. Pero lo que más me ha sorprendido es la aceleración con la que cuentan las noticias. Me explico: me da la sensación de que persiguen, con más afán que España, uno de los principios más importantes del periodismo: “Show, don’t tell it” (Muestra, no lo cuentes). A pocas historias les dedican más de 30 segundos. Intentan informar de lo justo para entender la historia y punto. Sin rodeos. Ni adornos ni florituras, la noticia pura y dura. Sin embargo, noto que algo falla. Igual es porque estoy acostumbrado a un tipo de informativo diferente, pero siento que cuentan las noticias de manera acelerada. Tienen tan poco tiempo para contar las historias que parecen que lo cuentan todo en una frase de medio minuto, sin parar si quiera para respirar. En el plató, esa sensación de velocidad está igual de presente. Me agobia. A ellos, parece que no. En cuanto cortan para los anuncios, se les ve relajadísimos. Cuestión de acostumbrarse, como todo.


La tecnología, la misma que en España. Eso no varía. Después del informativo, me he probado a leer un par de historias a cámara. ¿No me queda mal, verdad?


El vestuario habría que mejorarlo. De todas formas, no creo que acabé por aquí. Estoy seguro de que los platós de Antena 3 me quedarían mucho mejor.