lunes, 21 de febrero de 2011

edgehill #321

La mayoría de los estudiantes de la Dominican University vive en el campus. Que te toque en un sitio o en otro, depende del puro azar: a principios de curso (aquí, finales de agosto) se asignan las viviendas por sorteo. Muchos viven en Pennafort y Fanjeaux (dos edificios de tres plantas con habitaciones dobles y triples), otros en Meadowlands (un casón antiguo, con habitaciones dobles, que dicen estar encantado por la presencia del fantasma de un niño que murió allí hace años) y, los más afortunados en el sorteo, en Edgehill, el sitio preferido por todos, un complejo de apartamentos para cuatro personas. Aunque yo no entré en el sorteo (llegué en enero), tuve suerte y entré en el apartamento 321, cubríendo la plaza de un alumno que abandonaba la universidad.


Vivo con tres muchachos del norte de California: Derrion Webster, Eddie Suave y mi compañero de habitación, Galen Small. Lo llaman "Everybody's Dorm" (el apartamento de todo el mundo). Aunque somos cuatro, es raro que estemos solos, incluso a la hora de dormir. Por el día suele haber cuatro o cinco invitados y, durante las noches del viernes o el sábado, nos hemos llegado a juntar veinte. Y no vienen más porque en el primer semestre tuvieron problemas con la universidad. He visto fotos en las que aparecen casi cuarenta personas en el salón, y calculo que no tendrá más de 20metros cuadrados. Las fiestas son locas, al más puro estilo 'American Pie'.



Mucha fiesta y mucho desmadre, pero también orden y limpieza. Los domingos por la tarde, una vez recuperados de la resaca, toca faenar (aspiradora incluida). Es como una regla no escrita. Y no solo es así en nuestro apartamento sino en todos.

Por la mañana, a clase; solemos estudiar por la noche, ya que las tardes las dedicamos a hacer deporte, dar una vuelta y relajarnos. Para esto último, pasamos buenos ratos en el salón, viendo películas o jugando a la play. Respecto a las pelis, da igual que sean comedia o no porque, aunque no fumes, el ambiente que se respira hace que acabes riéndote hasta con Los Puentes de Madison. Fumar marihuana está socialmente más que aceptado en California, sobre todo en el norte. La legalización parece estar muy cerca -o al menos, eso dicen aquí- aunque, por ahora, la ley solo permite su consumo con fines médicos y/o terapéuticos.


La marihuana de San Francisco y alrededores es bastante más fuerte que en España (o eso me han dicho) y, aunque no está oficialmente legalizada, es casi como si lo estuviese. Lo único que necesitas para comprar y consumirla legítimamente es una tarjeta que actúa en forma de receta en la que tú decides las dosis y la cantidad. Para conseguirla, basta con decirle a tu médico de cabecera que tienes fuertes dolores físicos (de espalda, por ejemplo) y que la marihuana te los alivia. Y a volar. Nunca mejor dicho.

La "tarjeta verde" de mi vecina y amiga Lucy:

Paz y amor.